23/11/06

CLAUDIO

Aunque todo en Shakespeare tenga la apariencia de la sencillez, no es posible tener una aproximación simplificadora a su obra, menos a Hamlet, donde cada personaje representa un mundo complejo. De esta manera se nos ha mostrado a la hora de analogar los personajes Shakespeareanos a nuestro entorno, a la hora de encontrarlos entre nosotros y darles vida. Por eso voy a aprovechar para hablar en el caso de Claudio desde el punto de vista del drama familiar, visión de la obra que no hemos negado en nuestra propuesta y que constituye entre todas la de mayor importancia e inmediatez, siendo como es la familia una molécula de toda la sociedad y en nuestro caso el mejor modo de ver el todo desde lo particular de la convivencia cotidiana.

Es en esta convivencia donde afloran todos los males que nos sacuden a diario, males heredados y otros que han devenido vicios de la costumbre y el quebrantamiento de las tradiciones. Es en la convivencia apretada de esta familia donde descubrimos la precariedad de los conflictos humanos de la obra, su animalidad y carácter primario y es la familia este centro que atrae y repele a los personajes de la historia en el decursar de la acción dramática. Es aquí, en la convivencia donde mejor los entendemos al fin y al cabo.


Dejemos, pues a Claudio, descubrirse ante nosotros. Aquí está latente la historia de dos hermanos: el primogénito Hamlet, a quien le es concedida toda la importancia como futuro heredero del trono y quien goza de una instrucción que lo conduce directamente hacia el buen desempeño de sus futuras responsabilidades de estado; y Claudio, hermano menor, que es puesto a un lado y dejado a su libre albedrío. Claudio envidia a su hermano desde muy temprano, pero también se adapta muy bien a su vida disipada, sin responsabilidades, al disfrute de su libertad. Su envidia es creciente como injustas son las causas que la provocaron y que son consecuencias de la discriminación de que fue victima. Esto creó en nuestro Claudio un deseo de grandeza sobremedido, pues no estaba acompañado de las aptitudes propias de su ambición. Esta relación entre hermanos deriva en lo personal al plano de los amores y así vemos que nuestro Claudio se ha enamorado perdidamente de Gertrudis, mujer de Hamlet, su hermano, y desea por todos los medios a su alcance poseerla. Tiene sobre su hermano una ventaja natural que lo ayuda y es la edad, mientras Hamlet envejece prematuramente producto de sus muchas responsabilidades de estado, Claudio seduce a la insatisfecha Gertrudis, atrayéndola con esta fuerza de un modo brutal. Creemos que este amorío ya existía antes del asesinato de Hamlet y que unido a la ambición de poder de nuestro Claudio, fue uno de los motivos principales de su acción. Claudio se casa con Gertrudis muerto Hamlet y destrona al joven Hamlet que debía seguir al viejo rey por sucesión natural.


Sin embargo Claudio no esta apto para gobernar y deja su reino al caos, sus medidas son arbitrarias y se concentra mas bien en el disfrute, el goce y la propagación de los vicios carnales que enmascaren en su pueblo y familia sus insuficiencias y emboten los razonamientos de sus conciudadanos. Teme nuestro Claudio progresivamente, y su corazón es un corazón acusador. No puede dormir, sufre constantemente a causa del miedo a ser asesinado. Teme de Hamlet, aunque lo subvalora y no lo cree capaz de tomar venganza ni de descubrir su crimen siquiera; teme de Laertes que crecerá y se convertirá en un peligro y teme de Fortimbras, quien promete vengarse contra el reino de Dinamarca representado en su persona. El gobierno se le sale de las manos, no cuenta con el apoyo del pueblo aunque todos fingen que si lo respaldan, pero sabe que se rumoran atrocidades sobre su persona.


Pero a quien mas teme Claudio que es el señor del miedo por excelencia y es quien mejor lo infunde en sus conciudadanos, es a la juventud. Es Claudio un hombre sumamente astuto, conocedor del mundo y sus vicios y no desconoce los vericuetos del alma humana. Es un excelente disimulador, experto actor y manipulador y maneja muy bien la demagogia. Nuestro Claudio es el símbolo de un soberano medieval, un hombre que gobierna basado en el abuso y los recursos mas primitivos de dopaje público. Es un fanfarrón y se cubre de todo aquello de lo que carece. Ha hecho de Dinamarca una prisión pero el vive preso en ella. Solo las orgías y Gertrudis distraen su atención perturbada.


Le gustaría deshacerse de Hamlet al primer indicio de descontento, pero no se lo permite su amor por Gertrudis y el afecto que Hamlet tiene en el pueblo que sospecharía de dos muertes consecutivas en tan poco tiempo. Claudio no sufre ni se arrepiente por la muerte de su hermano, solo que no resiste su presencia después de muerto y las consecuencias que le ha acarreado y que perturban sensiblemente su tranquilidad. El peso de esta carga insoportable lo hace buscar alivio en la religión sin ser en absoluto devoto pero termina revelándose contra la impotencia de esta actitud religiosa para curar sus males.


Termina aceptando su carga y asumiendo totalmente su papel de villano. Ahora volvamos nuevamente a la casa y la familia, ¿Quién es Claudio en este contexto? Pues no parece ser otro que el padrastro odioso, machista, que ha llegado para emporcarlo todo, que se burla de los hijos de la madre viuda denigrando con sus actitudes el decoro del hogar y cuyos vicios alcohólicos y sus efectos han hecho de la familia un desastre imposible de vivir. Se afirma en el embelesamiento y la permisibilidad de la mujer seducida para vilipendiar a cuantos hay alrededor, especialmente al hijastro con quien establece inmediatamente una relación de rivalidad. Este es el tipo, y puede parecernos solo eso, visto así, un tipo, pero con la ayuda de Shakespeare, estos tipos son siempre seres intrigantes y misteriosos, llenos de matices y vericuetos emocionales.


Desde el mismo momento en que sus instrumentos de seguridad y sus métodos le dan a Claudio la confirmación de que Hamlet está alerta de su crimen y a todas luces esta tramando su venganza, Claudio comienza una carrera ininterrumpida por asesinarlo de modo perspicaz, pero como remate de estas maquinaciones maquiavélicas Claudio es victima de su propio complot al resultar envenenando a Gertrudis y descubierto públicamente como un traidor por el joven Laertes. Finalmente, Claudio es asesinado por Hamlet. Es nuestro Claudio, dolor nos da decirlo, un tipo bastante común en nuestro ambiente y que nos brinda grandes y latentes referencias de desastres familiares, donde la muerte y la sangre corren sin reparos.


Nuestro Claudio es en esencia un tipo poseído por sus instintos animales, de hecho una especie de cerdo que ha visto la posibilidad de comer margaritas y la ha tomado con sus garras sucias, pero es sumamente interesante su proceso de humanización, donde este cerdo aprende y ensaya su comportamiento en sociedad, llegando a dominar tan bien la demagogia, que caso increíble, logra convencer a todos de su inteligencia y habilidades. Sus argucias llegan al grado de un refinamiento que no se adivinarían en un tipo de su carácter.


Claudio es un dictador y es verdugo y víctima de su propia maquinaria de poder.